Leía esta tarde unos párrafos del libro de Antonio Muñoz Molina "Ventanas de Manhattan" y era como verme paseando por las calles de New York, otra vez, con los mismos problemas, las mismas maravillosas vistas y la mismas sensaciones que en mis viajes. Era verme retratado, andando, como el personaje del libro. Eso es literatura básica, lograr que al protagonista de lo que leemos seamos capaces de entenderlo, tocarlo, imaginarlo, crearlo en nuestra imaginación, sea otro personaje de ficción más, o seamos incluso nosotros mismos. La acción nos la pone el autor, pero nosotros como lectores podemos poner al protagonista.
Los libros no son un montón de hojas cerradas como sucede (casi) como en una película, pues en el libro debemos crear nosotros los personajes con los datos que el autor nos proporciona. O incluso con los que NO nos proporciona. Y eso nos lleva a un espacio maravilloso. Un mismo libro puede ser uno o varios. Podemos leer un libro de ficción con 25 años de edad, volverlo a leer con 45 años, y los personajes ser distintos, decirnos otras cosas, crearnos nosotros mismos con las mismas líneas de textos, paisajes diferentes, protagonistas distintos.
Es el milagro (proceso) de la literatura que los lectores que usan los libros no necesitan recordar pues lo conocen muy bien. En la lectura inventamos junto al autor toda la obra. En una película de libro ha sido el Director junto al Fotógrafo de producción y al Montador los que nos han creado todo el armatoste, el escenario, la trama de la historia. Como espectadores lo vemos, lo consumimos pero no participamos en la creación.
¿Cuántos Don Quijote hay en nuestras mentas que difieran de los que ya hemos visto en películas o en series y dibujos? Pocos, pues ya nos los han dado mascados. Pero hay miles de libros esperando que seamos nosotros los que creemos los personajes que nos entrega el autor.