Nos lo preguntamos muchas veces y nos respondemos de distinta manera según tiempos históricos. ¿De quién es, quién debe ser el propietario de los vestigios históricos que aparecen en un territorio determinado? La respuesta casi siempre es la misma: Del país en donde se encuentran estos hallazgos.
Y alegamos siempre que el espolio de los países ricos en la historia, han esquilmado robando literalmente las bellezas de países pobres que en siglos pasados no pudieron dedicarse a poner en valor su historia escondida en las arenas o en las iglesias románicas o en castillos de la Edad Media.
No parece haber mucha duda. Pero la hay.
En realidad estos vestigios, hallazgos, parte de nuestra historia antigua NO NOS PERTENECEN a los actuales habitantes de nuestros espacios geográficos. Somos los que tenemos la obligación de conservarlos, pero no deberíamos ser los propietarios. Así que los restos históricos de Egipto por poner un ejemplo deberían ser de Egipto. Pero sobre todo debería ser de la Humanidad en su conjunto histórico y futuro.
La duda surge cuando hacemos prevalecer este principio de que en realidad no son de Egipto sino de toda la civilización actual y futura. Que por volver al mismo ejemplo, Egipto hoy es Egipto, pero en el futuro no sabemos qué será, de qué manera se puede trocear o engrandecer, y sobre todo qué futuro le depararán a su historia, los que vayan viniendo detrás.
¿Siempre se conservarán los vestigios históricos y arqueológicos y artísticos con los mismos criterios, si entran en juego otros criterios diferentes?
Ejemplos tenemos en algunos países francamente muy importantes en la historia de la humanidad con sus vestigios arqueológicos. Pero también los podemos tener con algunos usos y abusos de algunos dirigentes belicistas de la Europa del siglo XX con el Arte en general. Incluso sabemos que algunos de estos elementos muy importantes en la Historia Universal se han vendido a particulares para obtener dinero con el que comprar armas.
De entrada creo que los Museos no deberían ser de nadie, sino de la Humanidad. Que a partir de un nivel de calidad estos espacios museísticos y de recuperación deberían ser Patrimonio de la Humanidad, de todos, y aplicarles una protección extraordinaria, incluida la de no poderse mover o cambiar de lugar de forma permanente lo que en ellos contienen. Y sin duda ser de acceso gratuito para todos los habitantes del Planeta. Y tener procesos muy seguros de conservación pero a la vez de préstamos y de formación pedagógica.