A veces un cielo decora una mirada de la noche dura pero amable. Los cielos de noche con luz son el complemento perfecto para soñar despiertos en tiempos diferentes, para aprender el desear volar algún día sin saber bien el rumbo.
Poder volar debe ser eso, hacerlo sin saber a dónde te van a llevar los vientos, las ganas, las fuerzas. Y para eso necesitas color, formas y compañía que te abrace. Tampoco es tanto. Ni tan poco.