Este de arriba es un boceto, un dibujo de Eduardo Chillida del año 1989, preparado para una placa que posteriormente o no, realizaría en metal o en piedra, en una escultura. Pero quiero centrarme más en las formas, en el camino que hay entre la idea y el resultado final. La ha denominada "Gravitación" y es un collage sobre papel donde ha posicionado unos elementos, unas formas. Una idea al final, que podría luego ser convertida en escultura o simplemente quedarse en eso, un dibujo, un boceto, una idea que no sale del papel.
Todo en el Arte recorre los mismos caminos. Primero una idea se va conformando, se configura y se cambia en la imaginación del artista. Luego esa idea sea del tipo que sea, va bocetada a un papel, a lo sumo a un barro. Puede ser música, literatura, teatro, pintura, escultura. Se va configurando pasando de la imaginación, del campo de las ideas al campo de lo que ya podemos ver y tocar. Y seguimos dándole vueltas a la idea, modificando, creando nuevos bocetos, distintos dibujos, diferentes puntos de vista.
Y a partir de este momento trazamos un Plan de Trabajo. Un plano o una ruta de hasta dónde queremos llegar, qué es lo que realmente queremos mostrar, hasta donde nos implicamos en su construcción. elegimos los materiales, las formas, jugamos con el espacio, con los tiempo, con los personajes.
Y empezamos a darle forma a toda esa primitiva idea y a veces se nos apodera, otras se tuerce, algunas crece y cobra vida diferente, otras se nos hunde entre las manos.
Es un juego maravilloso que se comprende muy bien entre los artistas. Vamos dando forma a la obra y se disfruta como nunca en ese trabajo creativo. Sea un libro, escultura o una obra de teatro. Vamos añadiendo detalles, formas, espacios, situaciones, pequeños toques.
Si al final el resultado nos atrapa, que por cierto lo hace mucho antes del final, terminamos la obra, la firmamos y a por otra. Así de sencillo.
¿Qué sucede con la literatura? Pues que tras firmar queda el tedioso trabajo de corregir. Tremendo y que destroza a muchos artistas de la escritura. ¿Y no se podría entregar sin corregir? Pues… no se debería, incluso diría más, hay que corregir al menos dos veces.