Se amontonan las debilidades.
Dicen que no estábamos preparados, y es verdad, eso se ha notado enseguida, pero es que nuestro grupo de trabajadoras públicos es escaso y mal acostumbrado a la movilidad laboral, y además como sociedad nos han acostumbrado a que sea Papá Estado el que nos limpie las mierdas.
No hay que quejarse, pues no tenemos a nadie que nos quiera escuchar.