Si para estar derecho, vivo, erguido… te tienen que poner un número excesivo de clavos, es que las cosas pintan mal. Puedes seguir aparentando, derecho, firme y presente, pero sabes que o te arreglan de una puta vez o te caerás antes que tarde.
No mires los clavos ni los tornillos. Ni los cuentes. Mira al frente y respira profundamente. Aunque seas una puerta.