6.9.20

Con el Arte no vale engañar. Si acaso el silencio, si no te gusta lo que ves



No hay nada peor que la información mal intencionada confundiendo para engañar para llevarnos a nuestro terreno los aplausos empleando el populismo para ello. ¿Qué quiere escuchar la gente que no entiende de lo que les quieren engañar? Pues normalmente lo fácil, reafirmando lo que a veces piensan. Así logran los engañadores que la sociedad no aprenda nada, sino que siga agarrada a sus errores. Así que vamos a comentar un poco esta imagen que circula por las Redes.

Si comparamos lo que cobra un médico cirujano con lo que cobra un futbolista famoso nos saldría algo parecido a la imagen superior. 

Si comparamos las cartas de amor del siglo XIX con los textos de WhatsApp del siglo XXI volveríamos a caer en la misma trampa. 

Comparamos cosas diferentes, aunque nos parezcan lo mismo. Hay que hacer pedagogía para enseñar dónde está la diferencia. Y luego decidir si te apetece seguir conociendo o no el asunto. Al Arte se llega amando, pues si se llega odiando lo mejor sería orillarlo y no apreciar antes de despreciar.

A nadie se le obliga a querer o a odiar al Arte. Tampoco al fútbol o a la gastronomía o los viajes al Caribe. O incluso elegir entre música clásica o rap es una decisión que debe tomar cada cual. Pero volvamos a la imagen de arriba.

El cuadro de 1817 hoy quedaría mucho más real si le hiciéramos una buena fotografía. Nadie puede asegurarnos que ese señor fuera así, en cambio con una fotografía es casi seguro que resulta mucho más complejo engañar, y además es mucho más rápido jugar con la iluminación. En ambos casos, 1817 y 2020 se necesita un profesional.

La obra de 1917 viene de un momento mundial claro, la fotografía ya había entrado en las salas y se buscaba expresar mucho más que impresionar, y buscaba reflejar expresiones, interiores, pensamientos. El señor de la obra está absorto en sus interiores aunque lo hayan pintado relativamente deforme.

La obra de 2017 es ya un expresionismo abstracto buscando destruir lo habitual, lo conocido, para buscar más y casi solo eso, la expresión de una acción. Es más amargo y duro que el expresionismo de la segunda imagen y nace y se reproduce en un mundo duro, complejo, violento, pues el Arte nunca vive ajeno al mundo en el que vive. Es una representación de él, incluso sin querer.

Por cierto, los objetos comunes convertidos en basura pueden ser arte y dan mucho juego, así que el ejemplo mirado desde el lado positivo encaja muy bien. No sé por qué debo admirar la manzana de la izquierda y odiar a la de la derecha. Otra cosa es que decida comérmelas. Pero de momento las obras de Arte casi nunca son para comérselas.