Una fotografía, un cuadro, una obra de teatro, un cuento literario no debe ser nunca un monólogo, incluso aunque parezca un monólogo. Debe ser una conversación entre la obra y el espectador.
En una imagen debemos buscar la interacción con el que observa una vez convertida la escena en fotografía. ya no existe ese momento, ya no es posible volver a contemplar la escena en su natural. Ahora ya solo nos queda la fotografía, la escena cazada. Y esa pequeña obra literaria nos cuenta cosas y nos debe seguir contando cosas.
Esta fotografía nos muestra CALMA, nos enseña la TRANQUILIDAD e incluso el SILENCIO.
Cada una de las tres personas que podemos observar en la escena "mirando"… lo hacen hacia un lugar distinto. Son miradas que se dirigen hacia espacios bien diferentes. Pero espacios callados y de silencio. Quietos, no interactúan para nada. Son como esculturas estáticas.
Esta información la hemos pillado, cazado, posiblemente sin querer coger esa sensación del todo. Es posible que deseáramos simplemente pillar el ambiente.
Pero luego, en el laboratorio, hay que remarcar qué quieres decir, qué quieres que hable la obra de ese espacio, de ese momento. Hay que plasmar el instante y la sensación que tú tuviste al fotografiarla.