Si acaso somos como seres extraños que nos creemos lo que vemos, pero siempre nos rodean las dudas y las fuerzas que no controlamos.
Aquellas raspas se creyeron por un momento seres humanos, pero en realidad fui yo quien creyó que eras humanos. No fueron ellas, sino los espectadores.
En cuanto yo decidí que ya no eran nadie, simplemente raspas, se hundieron en el cajón de la nada. No pudieron defender su libertad. No tenían opinión.
Les hoy decir levemente: —Acaba de venir el viento y se me ha llevado. Ya no estoy con vosotros.