Mientras una obra de arte no añade la mirada o la contemplación de un espectador, no está terminada.
Y entonces lo normal es que se convierta en muchas obra de arte totalmente distintas. Una por cada espectador, o al menos en muchas distintas obras al ir acompañadas de la forma de ser vistas, leídas o escuchadas por cada uno de los espectadores.
Una simple línea, una mancha sobre un espacio y en relación a ese espacio, dirá algo diferente a unos o a otros espectadores. Algunos encontrarán “basura” y otros verán un juego de luces, de espacios, de contrapesos, de grafismo que quiere transmitir algo.
El artista puede crear lo que él quiera, pero nunca podrá crear la sensación de los espectadores.
Una simple línea, una mancha sobre un espacio y en relación a ese espacio, dirá algo diferente a unos o a otros espectadores. Algunos encontrarán “basura” y otros verán un juego de luces, de espacios, de contrapesos, de grafismo que quiere transmitir algo.
El artista puede crear lo que él quiera, pero nunca podrá crear la sensación de los espectadores.
Cree que sí, que con su construcción es capaz de modular la reacción de quien acude a leer o mirar, dada su experiencia, y es posible que acierte, pero acertará más por su experiencia y oficio que por la propia obra en cuestión.
La belleza del arte es que una obra es una y más.
La belleza del arte es que una obra es una y más.
Que incluso puede motivar de una forma a un espectador en un año determinado y lograr una sensación totalmente distinta un siglo después.
La obra que vemos arriba es de la pintora Juana Francés titulada “Número 9” y creada en el año 1958 con acrílico y tierra sobre lienzo. Pertenece a la colección Lino Esteve Colomina.
La obra que vemos arriba es de la pintora Juana Francés titulada “Número 9” y creada en el año 1958 con acrílico y tierra sobre lienzo. Pertenece a la colección Lino Esteve Colomina.