Ya sé que estás en una página dedicada al arte y que estoy empezando por los cerros de Úbeda. Es que hay que centrarse en algo complejo. Si tú creas arte, a veces crees que construyes una expresión de tí mismo, que están creando con arreglo a lo que tú eres, y siendo cierto, hay que matizar.
Tu te expresas con arreglo a lo que te rodea, a tu mochila, a tu experiencia y formación. Incluso a tu información. Vas filtrando todo lo que te llega, coges unas cosas y otras no, y con el poso que te quedas actúas. Daría igual si eres artista o empresario, padre o futbolista. El proceso es similar.
Como toda esa información nos viene ya creada por otros o por el entorno, en realidad no somos nosotros, sino la suma menos la resta de lo que nos llega, creado ya por otros y en otros ambientes.
Y eso que nos hemos dejado dentro de nosotros es lo que transformamos en ARTE, lo que impulsamos hacia fuera para expresarnos, lo que sirve para alimentar nuestra imaginación y nuestras ideas.
Si vivimos en Oriente nos expresaremos diferente a si vivimos en África. Si estamos visitando un mes New York quedará un poso pequeño que nos afectará. Si estamos dentro de un conflicto en Palestina no podremos vaciar su influencia sobre nuestro pensamiento y nuestra manera de mirar y de ver será diferente.
En todos estos casos nuestro YO queda impregnado en diferente medida de lo que otros han creado antes de que nosotros llegáramos a esos espacios.
Quedamos pues influenciados por ello y seguimos multiplicando esa influencia, matizada por la nuestra. Somos YO pero con la influencia de personas que no son YO.