22.1.20

El arte que observamos está escrito en un alfabeto que no conocemos

Al ARTE que observamos, el de cualquier artista que quiera ser considerado como tal, es el producto de un complejo proceso donde intervienen muy diversos aspectos que ellos van sumando a su proyecto artístico. 

Si el resultado final merece la pena, si se nota el trabajo realizado o si se queda vacío de fondo es la muestra más clara de que lo hemos comprendido, entendido o si en cambio el autor no ha sabido transmitirnos lo que pretendía.

El ARTE es muchas veces una escritura con formas, texturas, colores, movimientos, sonidos, voces. Y es posible que al igual que ya sabemos leer en nuestro idioma familiar desde muy pequeños, el arte en un idioma que utiliza signos distintos, y que por eso no siempre somos capaces de entenderlo, de leer lo que se nos dice.

El artista elige materiales, formas, modos de mostrar el conjunto, espacios, marcos mentales, para atrapar nuestra atención pues los presuntos alfabetos (abecedarios) que utiliza el arte sin innumerables.

Si se nos escribe un poema en chino o árabe no seremos capaces de entender lo que nos dice más allá de la posible belleza de sus signos, pero no entenderemos el mensaje o su enunciado. Hay que explorar sobre lo complejo para desentrañarlo. Y el arte algunas veces está en ese mismo dilema. Estás escrito con signos que no siempre entendemos.

Un ARTISTA tiende a mantener su “idioma” artístico durante toda su obra para simplificar el entendimiento de sus seguidores. Miró, Picasso o Millares por poner tres ejemplos al azar mantuvieron unas “formas” gráficas durante muchos años de su producción para reconocer sus mensajes, para familiarizarnos con sus signos, sus lenguajes de trabajo.

Todo eso es un trabajo del artista que va sumando ideas similares dentro de sus proyectos de autor y sin salirse de su “idioma” artístico, mientras va avanzando desde el mismo proceso, buscando nuevos caminos, diferentes zonas de actuación.

La obra que he dejado arriba es de Luis Feito del año 1960. Si observamos su producción artística veremos una clara evolución sin salirse mucho de su propio idioma. Una vez alcanzado un punto de trabajo, de expresión con manchas y formas determinadas, sigue evolucionando desde ellas, cambiando colores o simplificando los espacios, pero ya no vuelve a los años anteriores, donde las líneas parecían marcar más sus formas de dialogar con el espectador. 

Su cambio más profundo en estos últimos 50 años puede ser la inundación de color en sus obras, manteniendo sus formas y sus distribuciones.