El caos de las pequeñas cosas, el descontrol de las muchas, la sinrazón de la inutilidad.
Uno sirve, mil se contrarían entre ellos.
¿Para qué servimos muchos si estamos desordenados y sin puesto fijo?
Amontonados sobre los suelos, en espera de una utilidad o de que alguien se nos lleve en volandas.
Solo servimos si nos saben utilizar.