Escribir no es hablar, creo, pues si pudiera hablar como escribo sería la hostia. Cuando se habla no se permite revisar, corregir, añadir o quitar.
Escribir es mucho más fácil que hablar y os lo digo yo que hablo demasiado. No soy capaz de hacer caso a Baltasar Gracián y sus consejos sobre el silencio.