Observar es una cosa. Absorber es otra.
Aquella señora no se movía, sentada en su bando de espía, contemplando cómo se movía el mundo a su alrededor. Ella quieta, todo lo demás circulando.
Era una paisaje teatral donde no faltaban ni la nota con apuntes ni los cartones de atrezzo. Utilería para taparse por las noches.
Con dos dedos se sujetaba la boca, sus labios, para no hablar, para no gritarles, para esconderse.
Me fui de la obra sin ver el final.