También en estos casos hay que acompañar la fotografía de un "algo" especial, para que además de recordar el instante cazado, nos lleve hacia la sensación vivida.
Esta imagen la tomé con un teléfono en un restaurante de Croacia con malísima luz creo que negra.
Nunca me habían tocado el violín tan cerca, con tanto cariño y mimo, rodeándome de una música clásica que me transportaba a otros cuartos oscuros de laboratorios fotográficos, donde la música clásica me acompañaba en la oscuridad.
Ella, muy amable, aunque habló conmigo nunca supo que su ARTE había logrado mover mis recuerdos viejos.
Ella, muy amable, aunque habló conmigo nunca supo que su ARTE había logrado mover mis recuerdos viejos.
La música se merece un espacio en nuestros recuerdos y ella ya sabe ocuparse en llenarlos. La artista violinista simplemente hace de vehículo.
Por eso hay que recordarla con una imitación a cuadro al óleo, para que viajen juntos la música, la fotografía y la pintura.