Esta hoja la podría haber logrado con agua lanzada de forma intencionada, incluso si no me gustases las gotas, la podía mover violentamente y volver a intentarlo con otras gotas hasta obtener el resultado apetecible. Incluso de ser así, lo lógico hubiera sido elegir una hoja sin roturas, perfecta y bella. Y si me apuras, en vez de agua lanzarle con spray un líquido a base de glicerina para que las gotas se mantuvieran durante más tiempo y poder iluminar bien.
Pero entonces a mí… esa fotografía no me diría nada de nada. Esta hoja es importante para mi porque representa un lugar específico, un momento clave tras una pequeña tormenta de primavera en una ciudad europea encantadora, una tarde gris pero llena de buenas vibraciones.
A veces en la fotografía no solo hay que buscar lo bello, sino también lo que nos diga “algo” a nosotros mismos.