En el año 1964 la gran fotógrafa catalana Joana Biarnés tomó esta imagen, retratando de forma perfecta la España que quería salir de la posguerra y no lo hacía a la velocidad que necesitábamos los españoles. Todavía el dolor de las heridas y el hambre dibujaban una España rota.
Fotografió la España triste y negra, saltándose la censura de aquellos años que no veía en esta fotografía un acto crítico con severidad con la sociedad pobre que sufría. La fotografía también está para eso, para ser martillo de injusticias, desde la inteligencia comprometida.