Una fotografía siempre es pasado. Es subjetividad de una persona, del fotógrafo, que decide disparar desde un lugar determinado, de una manera que él mismo elige, desde un punto de vista seleccionado entre muchos.
Nunca hay una única fotografía a poco que se tenga sensibilidad artística para seleccionar encuadre o color o tono o luz.
Nunca hay una única fotografía a poco que se tenga sensibilidad artística para seleccionar encuadre o color o tono o luz.
Una fotografía nunca puede repetirse de manera exacta. Sobre todo porque el fotógrafo ha cambiado con el tiempo, aunque sean horas o días de distancia.
Volverá tal vez a encontrarse con la misma luz, pero él no la verá igual, no la deseará recoger desde el mismo punto de vista, con el mismo trato o color.
Volverá tal vez a encontrarse con la misma luz, pero él no la verá igual, no la deseará recoger desde el mismo punto de vista, con el mismo trato o color.
Si intervienen seres vivos es totalmente imposible cazar el mismo instante. Si acaso teatralizarlo, recrearlo.
Revivir el pasado en un nuevo presente, para que enseguida se vuelva a convertir en pasado. Los fotógrafos somos coleccionistas de mentiras pasadas.
Revivir el pasado en un nuevo presente, para que enseguida se vuelva a convertir en pasado. Los fotógrafos somos coleccionistas de mentiras pasadas.