Una de las obras de arte contemporáneo que más críticas se han formado a su alrededor es esta gran fotografía en Cibachrome (en sus inicios tenía más de dos metros de alta) titulada “Inmersión. Piss Christ” del fotógrafo americano y hondureño Andrés Serrano que en el año 1987 creó esta obra de arte que enseguida representó un sacrilegio y una crítica feroz contra el “nuevo” arte fotográfico. También fotográfico, que simplemente representaba una verdad.
La obra Piss Christ muestra un crucifijo muy normal flotando en una mezcla de orina creemos que del propio autor, mostrando que los fluidos puedo formar parte del arte como un componente más. Podría haber sido agua, cualquier otro líquido, pero Andrés Serrano quiso que fuera orina, como todos reconocemos y admitimos que la sangre se utiliza muchas veces para muchos asuntos, incluso para hacernos convencer que el vino puede convertirse en sangre, en un proceso religioso.
Los fluidos forman parte de todos los animales: sangre, orina, heces, etc. y si nos fijamos en la iluminación de la obra, vemos que de alguna manera quiere representarnos el espectáculo de que los fluidos de todos nosotros son más importantes que nosotros mismos, pueden ser los que de verdad configuren nuestro ser. Hacerlo con un icono religioso es en todo caso un acto de osadía extrema.
En realidad y si nos fijamos en la totalidad de la obra lo que de verdad vemos es a un Cristo flotando y rodeado de una bella iluminación, unos colores que le encajan muy bien con el fin que se desea mostrar, y el único elemento que podemos entender como complejo de admitir es que esté flotando sobre la propia orina del artista.
La realidad concluyente es que esta obra ha recibido numerosos ataques cada vez que es montada en una exposición, tratada como una blasfemia insoportable, lo que le otorga un valor artístico que no tiene, aunque su resultado sea estéticamente correcto.