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Yo fotografío con mi cerebro y con mis tripas y no con mi género, pero a nivel práctico sí que vivimos en un mundo patriarcal.
A las mujeres no nos toman en serio, y en un conflicto (armado) que es donde me suelo mover, no representamos una amenaza para combatientes o para civiles, por lo que el acceso para la mujer casi siempre es mayor.
He tratado siempre de ser observadora invisible, más no silente de la historia que el ser humano dibuja cada día.
He aprendido sobre la guerra, la crisis, el desplazamiento, la soledad, la pobreza, la muerte, el hambre, y cómo las personas buscan siempre lo mismo (…) un lugar al que llaman hogar y a alguien con quien compartirlo.
Tus imágenes no valen nada si no pones tu corazón, tus ideales, tu intuición, y sobre todo tu empatía con ellas.