Cuando un árbol deja ver su interior negro es que una sombra está a punto de morirse. Las sombras también se nos mueren, incluidas las que se mueven con nosotros. Nos siguen pero llega un día que dejamos de movernos y ellas dejan de estar a nuestra vera.
Dentro del hogar no hay tantas sombras, tal vez sea porque tampoco hay tantas luces brillantes que sepan alumbrarnos los caminos que debemos explorar.
No es lo mismo oscuridad que sombra. La oscuridad no se mueve casi, es pegajosa y no nos sigue, nos aplasta, nos invade, se nos posa para pesar sobre nosotros. La sombra en cambio no molesta, viene siempre a un lado.