Hay que ser muy chulo para robarle un casco a un policía americano, y a las pruebas me remito. En algunos barrios de España esos cascos durarían indeterminado tiempo si los van dejando encima de las motos a modo de remanso de paz.
Unos gritos provocados en una esquina, llevarían las miradas hacia ese lugar y …, adiós el casco de la otra esquina.
Es cuestión de encontrar huevones que quieran gritar y eso sí, huevones que se atrevan a dejar los cascos así de fáciles.