Hay países o incluso sociedades que traspasan fronteras, donde el culto al muerto es un fundamento importante de su propia existencia.
Viven para y con sus muertos, incluso con esa veneración que traspasa el recuerdo de lo vivido con ellos en vida.
El muerto se convierte en objeto de posesión, de culto a la vida eterna, a lo anterior, pero también al futuro.
Sin duda la muerte tiene muchas formas de ser recordada por los vivos. Pero muchas veces no se adora a la muerte, sino al muerto.