Ellos ya no pasean por estas esquinas de túneles oscuros, ni tampoco sus hijos. Pero los mimbres siguen allí. Somos tan débiles que incluso los juncos y aneas nos superan en figuración. ¿Para qué nos creemos importantes?
¿Cuántas generaciones se habrán apoyado en estas piedras para charrar de su presente, e incluso de su futuro?
¿Cuántas generaciones se habrán apoyado en estas piedras para charrar de su presente, e incluso de su futuro?
Todo sigue igual…, excepto las personas.