La sensación de duda me invadió enseguida. Yo era un pobre caracol que no había andado nunca por aquellos verdes. ¿Qué hago? me pregunté, ¿sigo la estela verde acolchada y alimentícia o me atrevo por las lisas líneas crema grisáceo que me dan pocos sobresaltos?
Al llegar al punto que les enseño arriba, mis pensamientos se hundieron. Había una línea gris oscura, una línea fresca y húmeda, alternativa peligrosa pero amable, aunque eso sí, sin luz suficiente.
Os lo juro, me quedé quieto en el lugar que veis y esperé a que otro viandante decidiera por mí. Yo le seguiría. Pero no vino nadie. Ahora estoy en una caldera caliente con laurel y tomillo, esperando no sé bien qué. De momento me han quitado todos los mocos.