El “Toro de Osborne” es un icono artístico al traspasar la publicidad hacia el reconocimiento como un emblema perfectamente reconocido, ya no tanto como una marca de bebidas alcohólicas sino como referencia de un país. El artista y diseñador andaluz Manuel Prieto Benítez recibió el encargo en el año 1956 de hacer un logotipo para una marca de brandy que sirviera para ser utilizado en vallas de carretera, y ser reconocido en una rápida mirada. Se llegaron a realizar hasta casi 500 vallas repartidas por toda España, de las que ya quedan muy pocas.
Su sencilla silueta es tan reconocida, admirada y odiada, que lo que nadie puede negar es su perfecta utilidad como icono de un tiempo, de un país, de una sociedad, nos guste mucho o poco.
Y esa es precisamente parte de las funciones del ARTE, terminar siendo mucho más de lo que se pretende en primera instancia. Cuando un artista crea una obra no está pensando en que se vaya a convertir en un icono, pero ejemplos como El Grito, Guernica, Los fusilamientos del 2 de mayo, etc. son obras que ya no pertenecen a sus autores, sino que forman parte de la sociedad global.