A una sinfonía de un clásico, incluso a una ópera, o sin ir más lejos a una canción de The Beatles en los años 70 cuando nadie sabía inglés en España, no le pedíamos entenderla. Nos encantaba porque nos gustaba, porque nos resultaba “bonita”, agradable, nos motivaba, nos removía. Y por eso nos la comprábamos y la disfrutábamos.
Ahora al arte contemporáneo o incluso al moderno, le pedimos otras cosas. Vemos muy pocas obras, pero además enseguida decimos que no nos gustan. Tenemos nuestro derecho de opinión intacto, y por ello podemos decir que no nos gusta, faltaría más. Otra cosa es decir que es basura. Sin sopesar que a veces la basura también puede ser arte. Es que nadie dijo que el ARTE vino para salvarnos o para cambiar el mundo, o para estar sujeto a unos cánones fijos.
El ARTE es explorar y provocar, y por ello caben muchas más cosas de las que nos podemos imaginar. Y lo que no es ARTE pues simplemente no es ARTE, no sucede nada más. Aunque como las opiniones son inmensas en número y en matices, puede que lo que no sea arte para tí, lo sea para alguien.
Por ejemplo, la imagen de arriba, para mi es ARTE. Sé que es una imagen provocada, no es casual, por eso me parece ARTE. Si fuera una cazada, una casualidad, no me lo parecería. Alguien decidió crearla y por eso es ARTE. Todo depende.