A veces las personas forman parte de las obras de arte que las envuelven. Son otras pinceladas más que se superponen en la obra, para darles una posibilidad de vida que sin ellas no existirían. Este ejemplo es precioso para explicar lo comentado antes. Pero añado. El punto de la vida no la ofrece el niño agachado, sino la pelota. Sin ella todo tendrían un efecto mucho menor.
El caos de la suma de elementos diversos, formas distintas, colores sin continuidad, lo salva el rojo de la pelota. Si fuera negra no diría ni la mitad.
Es la África humana y vital que sobrevive. La del color y la música.
Nota.: Imagen cortesía de Luis Iribarren