Michelangelo Pistoletto suele utilizar las ropas como elementos con los que formar esculturas urbanas (o no) que emplean a modo de pinceladas las propias prendas, con colores y direcciones de pinceladas, que recuerdan a obras abstractas hasta crear un final surrealista.
Es una crítica directa contra nuestra propia sociedad, donde todo es basura, a poco que pierda su sentido o incluso su novedad. La diferencia en una prenda de vestir, que sea útil o basura, es simplemente las veces que las usamos. No que estén útiles o rotas, simplemente el cansancio visual de verlas y tocarlas.
Si mezclamos estos montones de brochazos con ropas con espejos enormes desde donde podemos vernos repetidos mientras observamos, nos damos cuenta que somos parte de esa basura. Somos un elemento más y no siempre tenemos color.
La obra de la imagen se titula "El intercambiador de ropa" de Pistoletto, y se puede ver en Madrid en La Casa Encendida.