El Op Art nace con la exposición “The responsive eye” que el Museo MoMA de New York organizó en 1965. Allí se etiquetó por primera vez una tendencia artística que se había creado unos años antes y de la que uno de los principales ejemplos fue la muestra colectiva organizada por la galería Denise René bajo el título “Le mouvement”.
Algunas de las obras de Duchamp, Yaacov Agam, Calder, Vasarely, Víctor Vasarely, Eusebio Sempere, Jesús Rafael Soto, Abel Ventoso o Robert Jacobsen formaban parte de un nuevo estilo definido dentro de la abstracción geométrica: el Arte Cinético, intentando mostrar el movimiento en sus piezas, de una forma fácilmente perceptibles.
El Op Art busca en el espectador una clase de movimiento visual nuevo, distinto al de la escultura. El generado por la propia mirada del espectador a través de un juego de ópticas o patrones de repetición. La geometría, las líneas y el color son fundamentales en estas nuevas obras, donde un simple efecto de contraste puede producir sensación de profundidad o de superposición de planos con volumen.
Simetrías, asimetrías, minimalismo, formas puras, cambios de colores, composiciones pensadas para engañar y confundir a los sentidos del espectador y sorprenderlo, basándose en los siguientes aspectos creativos.
Yuxtaposición de colores junto a zonas grises, blancas o negras.
Crear juntos espacios de color o de luz positivos y negativos.
Crear líneas rectas o curvas, paralelas o divergentes, que ayuden a crear movimientos
Crear tensiones ópticas entre elementos muy simples y a veces repetitivos
Mucho contraste con pocos colores.
Repetición de formas y colores, creando patrones que se repiten, cambiando tamaños o posiciones de las formas.
Uso de líneas y formas simples, geométricas y fáciles de comprender si estuvieran separadas del conjunto.