Este edificio llamado artísticamente “5 pointz” (5 puntos o cinco barrios de la ciudad, desde donde venían músicos a ensayar) fue una fábrica de componentes musicales hoy abandonada y convertida en un gran lienzo turístico a donde acudían millones de turistas a ver el arte neoyorkino del grafitti.
En total se calculan en más de 350 murales distintos pintados en sus paredes, que iban cambiando con el tiempo, pues el arte callejero es efímero, como muy bien saben los que lo practican.
El dueño del edificio decidió demoler todo aquello y empezó por pintar de blanco el edificio destrozando las obras de arte, y los artistas interpusieron una demanda en 2003 (bajo la ley de derechos de artistas visuales, que protege de la destrucción intencionada o negligente de cualquier trabajo) que ha sentado precedente en New York pues ganaron y se les tendrá que indemnizar con casi 7 millones de dólares.
¿De quien es el arte callejero si es que es de alguien? ¿Qué es más importante, el espacio, el lienzo o las pinturas que contiene? ¿Puede llegar a ser un bien público el arte callejero? ¿Qué quedará dentro de dos siglos del arte del aerosol hecho en la calle para no ser conservado?