Pero incluso cabe preguntarse por el sentido de ver una gran obra original expuesta en un museo, como el elemento de “marca”, el imprescindible. Sería más lógico con la realidad actual de las herramientas digitales, que una obra de gran importancia, pongamos por ejemplo Las Meninas o la Gioconda, debería disponer como sucede con el Guernica, de una sala propia, donde se pudiera ver los bocetos preparatorios, pero también impresiones digitales a gran tamaño de los detalles, de aquellas pequeñas cosas que en la obra no vemos por no podernos acercar lo suficiente.
Incluso ambientar toda la obra con el momento cultural, social y artístico de “su” momento y del momento de su autor. Queremos ver Las Meninas o los Fusilamientos del 2 de mayo, pero queremos y necesitamos ver en el museo “más realidad”, mucho más ambiente e información que una obra que ya conocemos por centeneras de impresos.
¿Qué futuro les espera a los museos? Veamos qué dicen algunas personas que de museos saben y mucho.
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“La manera en que un museo puede cambiar el mundo, en un contexto social de desigualdades sociales y económicas nos obliga a que las instituciones no solo sean espacios pensados para una experiencia estética, sino también para la acción política.No debemos decir al público qué pensar, pero sí tenemos la obligación social de esclarecer las cosas. Debemos darle llaves con las que puedan abrir el cerrojo de sus puertas”
Maria Balshaw. Directora del Tate Modern de Londres
“Un museo no debe tender hacia una colección ideal que no existe, sino construirse a partir de su singularidad, de sus contextos, de sus errores y de su historia. Sería ridículo ver cómo los museos se homogenizan para responder a una definición que, en realidad, deberíamos deconstruir: la del arte moderno. Tenemos que repensar el modelo inicial para desarrollar “modelos específicos” a partir de las peculiaridades de cada sitio y en diálogo con la escena local”.
Bernard Blistène. Director del Centro Pompidou de París.
“El museo del siglo XXI es como “un laboratorio”. Es decir,un lugar de hipótesis, experimentos y posibles fracasos. Soy partidario de tener una colección más metabólica, que cambie al mismo ritmo que el propio arte. Últimamente, me he desinteresado en el concepto de la colección. Es importante usarla, pero no más que pensar en qué historias tienen que ser contadas y qué cadencias deben ser enfatizadas.Si no tienes obras de mujeres de inicios del siglo XX o afroamericanos de mediados de ese siglo, tómalos prestados para hacer relato con ellos. Existen ahí fuera”
Glenn Lowry. Director del MoMA de New York.
Todo museo debe operar en un marco obligatorio dentro del estadio de la historia, en estos momentos “el que impone el neoliberalismo”. Este tiene una característica muy concreta: la búsqueda del beneficio económico de todo. Hoy cualquier experiencia es susceptible de convertirse en mercancía. Eso nos condiciona a quienes trabajamos con el conocimiento y la cultura. El beneficio contable a corto plazo tiene efectos en la programación de los museos, en la que predominan, cada vez más, las retrospectivas de grandes maestros, capaces de atraer a un público masivo. Hay que repensar el modelo del blockbuster e intercalarlo con otros tipos de exposición, para que la razón utilitaria no predomine sobre la creativa. Es necesario resistir y darle la vuelta a un sistema que nos empobrece. Somos un servicio público. Como en un hospital, tienes que salir mejor de lo que has entrado. Tienes que haber aprendido algo y adquirir un poco de sensibilidad. Si el visitante entra, se hace un selfie y se marcha, no habremos contribuido mucho a su mejora.
Manuel Borja-Villel. Director del Reina Sofía de Madrid.
Nota.: Las opiniones recogidas son de una noticia de El País, sobre el futuro de los museos.