El artista o el que lo pretende, simplemente selecciona, elige, pone su punto de vista en la obra final. Sea eligiendo un encuadre fotográfico, unos colores sobre otros, unas formas que ocupan un espacio, unas frases que nos trasladan a otro mundo. O sea provocando nuestros sentimientos o creando en el espectador sensaciones que en ese momento no tenía.
Y para ello se pueden emplear decenas de herramientas muy distintas. Todo lo que sea convertido en una provocación de nuestro modo estático de “estar o de mirar” puede ser arte. Incluso puede ser mal arte.
¿Quien dijo que por el mero hecho de ser considerado arte tenga que ser bueno y agradable, válido o conservable?