Nos vamos a olvidar del trabajo artístico de la historia, de su literatura y sus guiones. Lo quiero dejar aparcado de momento. Para centrarse casi exclusivamente en su ambientación. No siempre se cuenta con los historiadores a la hora de construir escenarios. O lo que parecería peor, se cuenta con ellos para asesorar, pero no para hacerles caso en sus indicaciones. Es muy normal que prime el aspecto estético de una obra sobre su aspecto real.
Para sufrimiento de los asesores históricos.
Pero es posible, deseable y lógico, aunar ambos trabajos. Saber crear arte con los condicionantes de un época. Si se vestía sin color, si las personas estaban sucias o si los suelos eran grises hay que crear y jugar, construir con esos elementos o colores. Y hay que crear arte con todas esas condicionantes.
Y La Peste lo logra. Dentro del escaso color de la Sevilla casi árabe y embarrada, han querido jugar con planos cálidos que convierten a los grises en más brillantes, bajando la intensidad de los negros para que todo quede algo aplanado y envolvente, dentro de esos tonos cálidos, cuando interesa que sean así.
¿Y todo es maravillosos en La Peste? Pues no, pero para eso están las opiniones. Se debería haber trabajado algo más y mejor el sonido. Para mi es parte fundamental de cualquier espectáculo. Tanto en claridad como en contraste. Pero no todo puede ser perfecto.