Una de las constantes del arte impresionistas es que a partir de ese momento histórico en el Arte, el dibujo pierde importancia en las obras pictóricas. Ya no se trata tanto de copiar siempre la realidad con dibujos perfectos, sino de trabajar el color, las formas, el ambiente, las luces. Pero eso no quiere decir que todos estos artistas y los posteriores del Arte Moderno, incluido el Arte Abstracto, no sepan dibujar espléndidamente y ejemplos tenemos de ello en muchos de sus trabajos iniciales. Por ejemplo Picasso en el siglo XX o Goya en el siglo XIX.
Se siguen realizando en el Arte Contemporáneo trabajos con una enorme capacidad de dibujar los detalles y las formas, pero no es una técnica imprescindible.
El hiperrealismo nos diría lo contrario, pero realmente trabaja en la misma línea, al irse al otro extremo. Hoy el realismo pictórico acude precisamente al hiperrealismo para mostrar un dibujo excesivo en los detalles, más que la fotografía incluso. Es el otro lado del arte de la mancha o de las formas. Un trabajo artístico fabuloso, que requiere un dominio espectacular del dibujo, pero también de las sombras, las luces y las técnicas del engaño visual, pero en realidad nos están creando de forma artificial algo que nos parece muy natural.
Dejo para intentar entender algo más de mi explicación dos obras de Goya. Por un lado “Niños con perro de presa” y por el otro lado “Dos viejos comiendo”. Nadie puede dudar de la capacidad de Goya para el dibujo. Pero también para adentrarse en la mancha, para prescindir del dibujo y entrar en el brochazo de mancha, de formas, de luces. No fue impresionista, pero puede parecerlo con algunas de sus obras.