Los triángulos siempre han sido los patitos feos de la geometría. Fáciles, moldeables, isósceles e incluso escalenos.
No parecían servir para mucho contra la contundencia de los rectángulos o el poder grueso de los círculos. Pero con el tiempo se demostró que eran capaces de soportar incluso techos.
Poco a poco van tomando posiciones. Cuidado con el futuro de los triángulos.