Quien nos intente convencer de que la arteterapia cura el alma o cura enfermedades del espíritu por sí misma, está de alguna manera ampliando sus beneficios reales, que aunque son muchos no son tantos, como sucede con la música o la relajación a través de otros medios ajenos al arte de construir imágenes.
Pero sí es cierto que el Arte en general ayuda a entender la vida de otra forma, pues amplía nuestras miradas hacia lo bello, incluso hacia lo feo, abstracto, duro, provocativo, pero sin duda obligándonos a mirar de otra forma lo que nos rodea, lo que nos convierte en más exigentes con todo y en perder esa exigencia exceisva hacia nosotros mismos.
Para desarrollar la arteterapia solo se necesita comprar un instrumental básico y ponerte a pintar. Yo recomendaría empezar por aquellos elementos que tienen además un componente de “tocar” el color, elementos lo más naturales posibles. Hacerlo en una academia está muy bien. Ayudarse de una persona que haga terapia también. Eso lo debes elegir tú. Pero lo importante es la actividad del arte. De practicar y de ver, de observar y analizar. De tocar el color con las manos o con los ojos.
Como en toda técnica de dibujo o pintura, el carboncillo es fabuloso para aprender a dibujar, a crear sombras y modular los volúmenes, y además nos encaja perfectamente en la arteterapia pues nos obliga a terminar difuminando con los dedos, a emplear las manos como herramientas, pues también llevamos el propio carboncillo entre las manos.
Este “tocar” los elementos, nos ayudará a liberarnos del estrés, a notar un beneficio psicológico por la relajación que produce, pero simplemente por estar empleando elementos tan naturales como color y manos. Carbón en este caso. Estamos controlando nosotros la creación de luces y sombras, y lo hacemos con los dedos, con la vista, con la palma de la mano, con trapos.
Parecido beneficio tendremos con las acuarelas, que nos obligan a “jugar” con el agua, a emplear un elemento tan simple que al mezclarse con las anilinas o con los colores diversos, logramos diversas tonalidades en basto, en bruto, con las que simplemente añadiremos manchas al papel. Estaremos desarrollando habilidades de nuestras propias manos, que además servirán para relacionarnos con los demás, a través de la contemplaciçon o de la muestra.
Y si quieres implicarte en otra técnica, el modelado de barro es también fabuloso. Volvemos a las técnicas más naturales. Carbón, barro, agua, color, papel, madera.
Son técnicas ancestrales, que ya empleaban los primitivos. Son técnicas además que siguen empleando con destreza los niños. Mancharse, manchar papeles, tirar y romper, seleccionar, elegir, conservar. Simplemente estás “jugando” con tu mirada particular, con tu forma de ver los objetos, los colores, las formas, las sombras, los diversos puntos de vista de un mismo objeto. No te preocupes si piensas que eras adulto. Es solo por un tiempo. Luego dejarás de serlo, ya lo verás.
Y recuerda que lo de menos es que quede bien, que además quedará bien. Lo demás es divertirse, tocar, mancharse, oler, convertirse en ese niño que a veces nos han prohibido con academicismos que coartan. El arte es precisamente eso, divertirse creando. Si un artista no se divierte con su obra, nunca la continúa.