Las obras de Henry Moore sirven para verlas de muy diversas formas, recortadas sobre sus cielos o buscando las partes que en cada momento más te agraden. Nunca es una obra, siempre son cien esperando descubrirlas, reinterpretarlas. Esta parece contener una luz interna que alumbra el conjunto, cuando en realidad es el sol reflejado que hace de trampantojo.