Esta obra de un Eduardo Urculo Fernandez es un cuadro del año 1959, es decir, un cuadro de un Urculo joven pues tenía 21 años. Es uno de sus primeros cuadros realizados nada más llegar a París donde recibes durante unos meses clases de arte en La Grande Chaumière de Montparnasse. Sin duda es una obra que poco tiene que ver con todo su trabajo posterior, pero que nos muestra sus inicios y su forma de dominar y atreverse con los colores potentes.