Es un espacio atrapado en el tiempo, es parte de la alambrada del campo de concentración y exterminio de Sachsenhausen, muy cerca de Berlín. No fue de los peores hasta su final, pero fue de los que más tarde se cerraron pues tras los alemanes lo tuvieron abierto los rusos nunca se logró saber para qué ni para quién.
En la imagen podría verse un hombre atrapado en la alambrada, o una mujer enganchada en el alambre de espino, en su intento por huir. Pero este otoño hemos tenido suerte: es simplemente una hoja del otoño tardía.
Es el cadáver que nos indica que todavía es posible el horror, la equivocación social de pensar que como no somos capaces de resolver los problemas con el diálogo y la paz, lo más rápido es resolverlos con la violencia. Somos humanos, lo que no significa que seamos inteligentes.