Nadie analizará si una mano es desproporcionada, si algunos rostros parecen falsos, si hay elementos que no encajan bien. Se valorará el tratamiento al espacio, la técnica bien utilizada, el mantenimiento de las formas y su contrapesado total, más algunas pinceladas que lo hagan especial.
Si nos fijamos en los brazos de Jesús, vemos que es tal vez el detalle más exclusivo de la obra. Nos quiere abrazar, mientras todos los demás elementos permanecen estáticos. La única figura que parece tener vida es precisamente la del Niño Jesús.
Ese es el detalle del artista, lograr que la mirada se nos vaya hacia Él.