Este cuadro titulado “La madonna Sixtina” o la “Madonna de San Sixto” es un gran cuadro atribuido a Rafael Sanzio, de 196 x 265 cm. que curiosamente todo el mundo conoce mucho más por sus ángeles del suelo, apoyados sobre una tarima, que por el cuadro total que en la actualidad está en la ciudad alemana de Dresden.
Encargado por el Papa Julio II en el año 1512 para la iglesia de San Sisto en Piacenza (Plasencia), Italia, fue llevado a Dresde (Alemania) en el año 1754 al ser comprado por el Príncipe de Sajonia Augusto III, estuvo tras la II Guerra Mundial en Moscú y se volvió a entregar a la ciudad alemana donde es la pieza más especial del Palacio Zwinger. Es un cuadro extraño para la época, pues a modo de un teatro vemos a las figuras religiosas entre las nubes del cielo pero emanando desde la tierra, enmarcada por el telón verde del fondo.
Santa Bárbara, San Sixto, la Virgen y el Niño Jesús forman los elementos principales del cuadro, donde en las últimas décadas los ángeles de la zona inferior se han apoderado de todo protagonismo de la obra. Este cuadro se cree que fue encargado para decorar la capilla en donde se iba a enterrar el Papa Julio II, para indicar a los presentes que todas estas figuras estaban en el sepelio del Papa, asistiendo al momento y ayudando al Papa al tránsito al Cielo. Se cree que el rostro de San Sixto en realidad es el retrato de Julio II. Como se dice que la amante del pintor Rafael, La Fornarina, sería la que dio rostro a la Virgen y una sobrina del Papa Julio II quien cedió su rostro para Santa Bárbara. El nombre de Sixto viene de “seis, sexto” y en el cuadro aparecen seis personajes, que parecen mirar hacia los espectadores en abstracto, a nadie en concreto, excepto San Sixto que mira directamente a los ojos de la Virgen.
Goethe, impresionado por el cuadro, escribió sobre Rafael lo siguiente: “Él creaba siempre lo que otros soñaban crear”. Sabido es que León Tolstoi y Fiódor Dostoievski tenían reproducciones del cuadro en sus despachos. El pintor y arquitecto italiano Carlo Maratti (Maratta) dijo: “Si me mostraran el cuadro de Rafael y nada supiera de él mismo, y me dijeran que es la creación de un ángel, lo hubiese creído”.