Copiar obras de otros artistas es una excelente forma de aprender, aunque suene antiguo.
Copiar no supone quedarse con un método o un estilo ajeno, sino practicar y conocer procesos y formas.
Dominar la mano y los volúmenes, dar luz y sombras a semejanza de obras de otros artistas, y comparar lo que se logra para saber en qué hay que trabajar más, y así lograr efectos parecidos o incluso mejores.
Esta Cabeza de Niño, de artista Salimberri se empleó durante años en la Real Escuela de Arte de San Luis en Zaragoza, como un ejercicio sencillo pero complejo a la vez, pues trabajaba con dos colores y trataba de buscar volúmenes además de una mirada especial, donde los ojos, la nariz y la boca tienen mucha importancia.
Cualquier mala copia supone un rostro diferente, con una mirada y una sensación del modelo, totalmente diferente.