El arte es belleza, es dulzura, es también quedarse con los visitantes a una discoteca como “Le Boutique” en Madrid y poder mear en un wc que ponga en la puerta Londres o París, incluso que te recuerden con neones que eres “el hombre del año”. Mola ¿no?.
Efectivamente, para gilipollas.
Es arte banal, arte decorativo, arte de engaño, arte que se paga alquilando unos minutos esos espacios a costa de bebidas. A ser posible cava o champagne en la barra diseñada especialmente para beber botellas francesas de caldo con burbujas. Frío, eso sí. Y rodeado de zapatos para fetichistas. ¿Habrá tontos que se beban los líquidos frescos metidos en los lugares donde antes estuvieron los callos de las señoras o señores?