Al levantarme de la cama me las encontré enfrente de la ventana, en una Guadalajara poco visitada. Las ví borrosas, sin casi color, dormido, cansado de haber descansado mal. El calor era tan duro a esas horas que una bocanada de aire fresco me hubiera servido para aliviar mi mirada tenue. Al abrir la ventana para respirar se escaparon. No pude unir aire fresco y mirada natural de dos palomas tal vez enamoradas.