Vamos a ver dos obras de arte diferentes que son una sola. Curiosidades del juego de los artistas. Por una parte vemos un cuadro de un jilguero pintado por Carel Frabritius que falleció de accidente muy joven (33 años) y no logró dejarnos todo su potencial artístico, pues lo que ha quedado nos muestra un excelente camino desgraciadamente cortado. Este jilguero lo pintó en el año 1654 y es un cuadro que podemos considerar menor, mostrando un animal de compañía atado con una cadenita pues estos alegres pájaros que cantan en cautividad, si se sienten atrapados en una jaula se mueren. Este cuadro lo pintó Frabritius el mismo año en que murió, por una explosión de más de 30 toneladas de pólvora en su ciudad de Delft que mató a cientos de personas. Pero con la explosión murió Frabritius y se perdieron además casi todas las obras ya pintadas por este genio del siglo XVII, del que se conservan menos de dos docenas de obras dirigidas por su maestro Rembrandt.
Y por otra parte podemos ver la obra “El jilguero. El reverso” del pintor brasileño Vik Muniz donde nos muestra la parte trasera de obras muy conocidas pero de las que no vemos nunca su reverso, escondida contra la pared. El “culo” de estas obras ha representado para Muniz la forma de demostrarnos que tal vez lo importante está escondido, no tanto la parte bella como aquellas otras partes que suponen la seguridad, los materiales, lo íntimo, las materias vitales que sujetan lo hermoso.