A veces una mirada artística de unos objetos no tienen que llenarnos para nada todo el gozo posible, sirve con que nos atrapen la mirada unos instantes, detectemos la originalidad, el saber elegir el golpe de efecto, el plantearnos otra mirada diferente y nada común. Es lo que pasa con esta entrada de un bar en Zaragoza. No sé por qué no vamos a poder considerar a este detalle como arte con mayúsculas, pues sin duda para mi lo es. Y con que sea para una sola persona, ya casi diríamos que se acerca mucho a serlo. Hay que perder la seriedad al arte.