Cuanto más herido me siento, más débil noto las defensas.
Es como si fuera perdiendo la fuerza que sólo me sabía dar la energía de la juventud.
Pero esos periodos nunca suceden, simplemente te atraviesas, pasan por encima sin dejarte disfrutarlos con sabor.
Cuando quieren saborear la juventud pausada, ya empiezan a notarse las arrugas de las heridas.
La edad no tiene nada que ver con la juventud, es otro asunto.