El impresionismo es pintar la luz. Ya no se trata de pintar objetos o escenas o personas. Se trata de reflejar en el cuadro y si acaso en una fotografía, el mundo que nos rodea y el aire que envuelve el momento, la luz que crea formas pero sobre todo sensaciones. Lo importante es crear impresiones sobre el espectador. Son cuadros llenos de color, de grandes y contundentes pinceladas, manejando el pincel como nunca antes se había empleando, dejando claro que con unos golpes de color y de pincel grueso se logra reflejar el momento. Es necesario una energía juvenil en esta pintura que nace a finales del siglo XIX en Francia y sus primeros artistas más precursores y con más cantidad de obras son Manet y Monet. Muy conocidos son también Degás, Cézanne, Pissarro, Sorolla, Rusiñol o Renoir. Dejo el que está considerado el primer cuadro del impresionismo, de Claude Monet. Sin duda empezó como un movimiento pictórico en contra del academicismo, a favor de la espontaneidad, del instante, del golpe de pincel corto empleando casi siempre colores básicos y complementarios, colores fáciles que simplemente crear luz y formas con manchas que vistas de cerca no dicen casi nada.